miércoles, 28 de octubre de 2009

Batallas Nocturnas

Puedo sentir su presencia. Se que uno a uno han ido ingresando al territorio a lo largo de la noche. Se han ido colocando en puntos estratégicos desde los cuales me pueden ver. Y ahí están, inmóviles, casi sin respirar (si es que lo hacen), a la espera de que me quede dormido o apague las luces. La estrategia la tienen bien planeada sin necesitar de instrucciones. Supongo que las maniobras de ataque las saben por naturaleza, nacieron sabiéndolas. Por más que revise en los alrededores se que al menos no veré a uno. Y ese va a vengar a todos los caídos. Pero va a ser más de uno. La experiencia me dice que suelen ser más. Los párpados me empiezan a pesar. En esos lentos intervalos en los que voy cerrando los ojos dirigiéndome ya perdido hacia el sueño alcanzo a escuchar sus primeros movimientos. La batalla que viene, como todas las anteriores, sólo va a durar esta noche. Para el amanecer todo habrá acabado y se sabrá quien triunfó. Me siento vencido de antemano. Se necesita mucha suerte para derrotarlos. Incluso me he enfrentado a uno solo, mano a mano, sin haber sido capaz de causar el más mínimo daño. En ocasiones ni siquiera logro localizarlos a pesar de que se que ahí están. Un compañero apaga las luces. Se que era necesario, pero hubiera preferido que no lo hiciera; ellos lo toman como una señal de salida. No esperan instrucciones de ningún superior, simplemente esperan a que yo (o mi compañero) les diga cuándo atacar. Ya empezaron. Sus movimientos empiezan a ser más evidentes. Escucho el siempre desagradable sonido de sus maquinarias orgánicas acercándose cada vez más hacia mí. Lo hacen con cautela. Disfrutándolo. Su táctica no cambia: buscan desde lo lejos los puntos desprotegidos y los atacan sin piedad. Evidentemente no saben nada sobre las reglas de la guerra. Siento el primer ataque. Más que dolor, siento una tremenda frustración por no poder contra ellos. Va a ser una noche difícil. ¡Cómo odio a los pinches moscos!

sábado, 24 de octubre de 2009

Me cae que no es lo mismo...

El peatón tiene la preferencia, puedes caminar tranquilo a altas horas de la noche, no hay tráfico, no hay necesidad de usar coche, llegas a donde quieras caminando, ven a los asaltos y al secuestro como algo ajeno, las clases empiezan a las 9 y no a las 7, hay 2 horas de "siesta", sales de casa 10 minutos antes de tu clase, las calles están limpias, te dan de comer bastante si pides una cerveza, tienes tiempo de dormir, tienes tiempo de leer, tienes tiempo de pensar, no hay manifestaciones que colapsen la ciudad, no hay apagones, no hay basura en las calles, hay kebaps, hay trenes, hay ciudades impresionantes y bien cuidadas a muy poca distancia, no hay miedo del profesor, hay respeto por la policía, hay bibliotecas buenas, aunque hay grilla no hay Fernández Noroña, ni SNTE, ni desvergüenza política, hay buen sistema de seguridad social, puedes vivir bien con el sueldo de cualquier empleo lícito, hay buen futbol, no hay micros, hay Gonzalo...

Sin embargo...

No está Don Frank, no está Elenita, no está Franky (aunque va a estar), no está la familia, no están las bandas (Mustang y Resonancy), no está la buena banda que rodea a las bandas, no está mi gente de la UP(CDAC, KIHM, JCB, MJMW, PCG, MHA, AMC...), no están los demás amigos, no hay Tradicionales, no hay preco en Onitz ni pláticas con el señor Wasamara (no hay Bacalao Noruego sin Espinas), no hay comidas en casa de Hide, no hay tacos de viernes en los Arcos, no hay Imperial, Pasaje, ni Bull (vamos, no hay Classico weeeeeeeeeeey), no hay Latosos para bajarla, no hay batería, no hay Fórmula 1 con don Frank, no hay tele con Elenita, no hay sándwiches de Jesús (the maid, not the Lord), no está lo bueno de Morrison, no está la carretera de la presa, no está mi moneda barata con la que vivo barato, no está el "buenos días", el "por favor", ni el "salud" (el del estornudo; del otro "salud" hay mucho y va en el otro párrafo), no hay series ni películas en inglés, no hay "Humor es: Los Comediantes" (choriiii), no está mi cama, no está mi baño, ni mi regadera, no está mi casa...

Qué bien se la pasa uno, la experiencia es increíble. Pero me cae que no es lo mismo...