domingo, 16 de agosto de 2009

The "Friend Zone"

El tema de hoy ha sido tocado muchas veces y en todo tipo de espacios: cinematográfico, televisivo, literario... Sin embargo, no cabe duda de que donde más se ha tocado es en aquellas bonitas pláticas que solemos compartir los jóvenes. Normalmente acompañados de bebidas estimulantes con contenido etílico, el más desafortunado de nosotros le termina comentando a los demás, aunque tal vez no exactamente con estas palabras, que ha caído en la "Friend Zone".

¿Qué es eso de la Friend Zone?

Es ese lugar, esa situación a la que ningún mozalbete quiere llegar, pero acaba llegando por azares del destino. Es ese lugar al que llegaste de manera completamente involuntaria pensando que ibas con excelente tiempo y las mejores condiciones. Pensabas que ibas con tiempo y sin contratiempos a Londres, Inglaterra y acabaste sin saber cómo en El Molinito, Estado de México. Lo peor: una vez que llegaste, es imposible salir.

Anyway, sin más analogías que reflejen lo que implica la entrada a la Friend Zone, explicaré lo que es, de la manera más clara y sencilla posible: te gusta una chava (no me gusta esa palabra), y haz hecho todo lo posible por gustarle a ella también. Ella te considera una buena persona, te tiene confianza, se la pasa bien contigo y disfruta de tu compañía. Hasta ahí vamos bien, es más, suena como que vas "sobre caballo de hacienda", pero viene la parte mala: te ha colocado dentro del montoncito denominado "amigos", esto es, fuiste vetado de su mente como un posible candidato a una relación que vaya más allá del plano amistoso.

Lo interesante y desesperante del arribo a la Friend Zone es que nunca sabes cómo llegaste a ella. En el particular caso de un servidor, es evidente que no he descubierto cuál es el error que me ha llevado a ella. Hago las cosas tan bien como mi entendimiento y valor lo permiten (ver Lo que es el Ligue) pero es muy común que termine en la zona. Nos reímos, salimos, platicamos, hay contacto frecuente y mucha confianza. Una vez más, vamos bien. Lo malo: hay tanta confianza que empiezan a contarme sobre sus vidas amorosas, en las que como bien supondrán, no estoy incluido. FAIL! Peor: ha pasado más de una vez; es más, pasa seguido. Volviendo a las analogías, podría decir que he empezado a ver a El Molinito como mi hogar.

La hermana del Arqui Zetina y del más ferviente fan de Flans manifiesta que la posición de la contraparte en este tipo de relaciones es tan desafortunada e incómoda como la de aquel que se encuentra en la Friend Zone. Dice que es sumamente decepcionante el hecho de esperar una amistad de un sujeto y saber que no la puede recibir, al menos no tan “sincera” como la esperaba. Ciertamente no suena como una experiencia agradable. Sin embargo, no creo que sea ni remotamente tan desafortunada como la del habitante perpetuo de Le Petit Moulin.

En fin. No sé cómo ni en qué momento se entra a la Friend Zone. Se que una vez dentro es imposible, o al menos sumamente difícil salir de ella. No se qué hacer para evitar caer en ella, pero sí se que es una de las peores maneras en las que puede fallar un “ligue”.

El tema da para más, y supongo que lo reabordaré algún día. Mientras tanto, los invito a seguir este link para ver un cortometraje que desarrolla muy bien el tema del día de hoy.

http://www.youtube.com/watch?v=-NiG6ByjLbM

domingo, 9 de agosto de 2009

A rush of bad luck


Hay épocas/temporadas en las que sientes que nada más no das una en nada de lo que haces. A pesar de los esfuerzos, las cosas simplemente no salen. Obviamente, los ánimos bajan, la buena actitud cambia y nace el círculo vicioso. Ya en él, las cosas funcionan aún menos. Y sin darte cuenta, has caído involuntariamente en una mala racha aparentemente inexplicable: a rush of bad luck.

Cuando tomé esta foto con mi celular, hace casi un año, estaba en una de esas épocas. Creo que la conjunción de los elementos que aparecen en ella ayudan a llevar la sensación de una temporada así a un plano gráfico.

Algunos de mis lectores (2 de los 3), ya conocían la imagen y saben dónde la tomé. Los demás: adivinen o, mejor, imaginen dónde fue.

jueves, 6 de agosto de 2009

Seguimos trabajando

Martes, 11:24 a.m. Suena un teléfono:
-Oficina del Presidente Legítimo, buenos días.
-Buenos días señorita. ¿Me puede comunicar por favor con el señor Presidente Legítimo?
-Claro que sí, perm... (interrumpe una tercera voz)
-Mamá, ya contehté...

domingo, 2 de agosto de 2009

La otra mitad de la culpa

Hoy fui a comer con mis padres y Franky Doodles a un restaurante localizado en la zona comercial que se encuentra frente al fraccionamiento en el que se ubica el inmueble en el que habito, del cual mis padres son propietarios, por lo que no les puedo decir que es “su casa” (osea, de ustedes), pero si un día van, sin duda les abriremos las puertas y los dejaremos pasar… Y seremos buenos anfitriones… Porque un vaso de agua no se le niega a nadie…

Anyway… Terminamos de comer y resultó que tanto mis padres como Franky tenían planes en lugares distintos a mi destino (el inmueble arriba referido), y ni a unos ni al otro les “quedaba de camino” dejarme. Decidí pasar a comprar una bebida en el Starve Us y caminar hasta mi hogar.

Pasé pues a comprar una bebida cuya apariencia era la de un frappé de guacamole (o Guacaccino), y comencé a caminar hacia el lugar donde simplemente resido. Fue precisamente durante esa caminata cuando encontré el tema del post de este domingo:

Me llamó la atención lo poco pedestrian friendly que resultó ser el fraccionamiento en el que vivo. Fueron 6 o 7 las ocasiones en las que tuve que caminar por la calle debido a los bloqueos en la banqueta. Me topé con coches (sí, sobre la banqueta), botes de basura, bolsas, árboles sin podar, montones de cemento y arena, etcétera, que simplemente no me permitían el paso, obligándome a rodearlos por el arroyo vehicular.

Muchas veces había pasado en mi coche por las mismas calles por las que caminé hoy y había visto a peatones, la gran mayoría de ellos trabajadores de la construcción y trabajadoras domésticas, caminando por la calle, al margen de la banqueta. Incluso llegué a criticarlos por ello. Hoy entendí por qué lo hacen y entendí que la culpa es de los habitantes de la colonia.

Es muy común escuchar a las señoras de la zona hablar de lo peligroso que es que “los chavos” manejen tan rápido, que somos unos inconscientes y que por nuestra imprudencia podemos causar graves accidentes con los niños que juegan en las calles de la zona. Ciertamente, “los chavos” hemos tenido la culpa de muchos de los accidentes en dicha zona. Sin embargo, y con base en lo anterior, creo que estas señoras y “sus maridos” tienen la culpa de otros muchos accidentes; al menos potencialmente. Son ellas las que bloquean o permiten que se bloqueen las banquetas de afuera de sus casas y ponen en peligro a los peatones. Ellas, por supuesto, ni lo reconocen ni lo notan; desde sus mini vans no se ven las banquetas bloqueadas. Considero que su proceder es tan inconsciente, imprudente y peligroso como manejar a una velocidad superior al límite de 40 km/h.

Supongo que el problema de la inconsciencia hacia el peatón no es exclusivo de mi colonia; más aún, supongo que en otras zonas las molestias para los peatones son mayores. Yo caminé sólo hoy y por gusto. Mucha gente lo hace a diario y por necesidad. Hay que ser conscientes. No hay por qué hacérselo más complicado…