jueves, 17 de mayo de 2012

México 2012 / Catilinaria Moderna


Cuando se habla de política no se puede ser nostálgico. Si bien ha habido tiempos y lugares mejores, la realidad es que desde que existe la “clase política” han existido políticos corruptos, mentirosos y abusivos.

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? – decía Marco Tulio Cicerón en uno de sus más célebres discursos, en el año 63 A.C., dirigido a Lucio Sergio Catilina, prominente político romano que intentó asegurarse el cargo de Cónsul de Roma mediante el reparto de sobornos. ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?

Desde entonces y hasta nuestras fechas ha habido innumerables Catilinas en todos los tiempos y naciones. Si bien históricamente se ha tratado de un mal pandémico - íntimamente relacionado con la propia naturaleza humana - es de esperarse que en los tiempos que actualmente vivimos nos encontremos profundamente consternados ante los Catilinas Modernos de nuestro México.

Y es que, a pesar de mi corta edad (voté por primera vez en 2005), nunca en mi vida había sido testigo de un descaro tan grande por parte de la clase política mexicana. Ejemplos recientes sobran:

  1. La postulación de Rafael Acosta Ángeles, conocido como Juanito, para ocupar el cargo de Jefe Delegacional en Iztapalapa y posteriormente cederlo en una evidente burla a las leyes electorales;
  2. la operación mediante la cual escondieron a Julio César Godoy Toscano para que pudiera tomar protesta como diputado y librar así la orden de aprehensión que existía en su contra;
  3. la omisión de investigar a los exgobernadores Humberto Moreira, Arturo Montiel, Mario Marín y Fidel Herrera por los sabidos delitos y abusos cometidos por cada uno de ellos durante el desempeño de sus respectivos cargos; y
  4.  el evidente despilfarro y la falta de rendición de cuentas en la construcción de la criticada Estela de Luz.
Los políticos dominantes, sin importar su afiliación partidista, negocian sus presentes y futuros con alarmante descaro y la moneda de cambio son las reformas que urgen, los programas que se necesitan y los proteccionismos que nos tienen sumidos en un esquema carente de competitividad.

El descaro con el que se conducen encuentra su origen en la consciencia que tienen de la impunidad de sus actos. Nadie exige rendición de cuentas en México (al menos nadie con autoridad suficiente). La sociedad mexicana vive en un perpetuo letargo que la mantiene en una constante inactividad política; letargo que se ve alimentado por la presencia de medios de entretenimiento carentes de contenido y medios de información que informan lo que les indique el mejor postor.

Los eventos que recientemente hemos presenciado en el marco de las campañas presidenciales son, sin duda, los que más decepción han causado y más alarmas han activado en los jóvenes mexicanos. Ninguno de los cuatro candidatos a la presidencia ha demostrado tener la inteligencia, agilidad, elocuencia e iniciativa, entre muchas otras características fundamentales, que deberían requerirse para encabezar al Estado Mexicano. Por otro lado, las deficiencias son manifiestas: la ineptitud de uno, la debilidad de la otra, la falta de credibilidad del tercero y las malas amistades del último, dejan una enorme desesperanza en todos aquellos que se detienen a analizar la situación. Resulta increíble que en un país con más de cien millones de habitantes no pueda existir una terna de personas decentes y pensantes como alternativas para dirigirlo.

Y ante las sabidas deficiencias, el engaño. La legislación electoral y sus aplicadores han sido configurados por la propia clase política. La configuración actual nos tiene sometidos a interminables y repetitivos spots en los que nos tratan de convencer a los críticos, y ratifican a los no críticos, que los candidatos son personas inteligentes, honradas y comprometidas con México. Pero la propaganda con sello y escudo no es la peor; han ido más allá. Ante la falta de credibilidad de sus anuncios oficiales, los partidos (uno más que los demás), han optado por invertir más recursos en obtener comentarios y editoriales positivas de nuestros intocables líderes de opinión. En las últimas tres semanas he sido testigo de dos de los capítulos más tristes para la prensa mexicana. Los siguientes titulares han sido deliberados insultos a la inteligencia del ciudadano crítico:

“ARRASA PEÑA NIETO EN EL DEBATE”

“NO LE MUEVEN NI UN PELO”

“ÉXITO DE PEÑA EN LA IBERO, PESE A INTENTO ORQUESTADO DE BOICOT”

La burla de los partidos políticos ante la sociedad mexicana, de forma directa, o a través de sus subsidiarias (algunos sindicatos y medios), es cada vez más constante y humillante. Ante ello, es momento de preguntarnos: ¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura suya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia suya?

Al parecer no tendremos respuestas, mientras no nos organicemos como sociedad.

jueves, 23 de junio de 2011

Llamada de negocios / saludo piel roja

Suena el teléfono de la oficina. Aparece el número del que llama pero no reconozco el código de donde proviene.

"Bueno", contesto.

Una voz en un perfecto inglés británico comienza a soltar frases a toda velocidad. Me concentro en entender lo que dice; logro entenderlo al tiempo que repaso mentalmente el asunto por el que me llama. Es tiempo de responder.

El fenómeno al que llamo "el switch del lenguaje" o "el switch del inglés" (dado que sólo soy bilingüe y no políglota) no es preciso en cuanto a sus tiempos y niveles. A veces me toma un par de segundos empezar una "perfecta" conversación en inglés. A veces tardo un poco más. Otras veces tarda todavía más y el nivel con el que hablo no es tan bueno. Pero las conferencias telefónicas no me dan tiempo de analizarlo y es hasta el final que doy una calificación a mi desempeño y a la velocidad con la que operó el switch.

Me preparo para responder. Busco un inicio amable para una interlocutora con la que nunca había hablado. "Hi. How are you? Pleased to meet you." parecía adecuado. Solté la frase. Tardé un par de segundos en notar lo que en realidad había dicho.

"Haw" (y una pausa...)

Fue difícil contener la risa a lo largo de lo que siguió de la llamada. Si les interesa, el switch funcionó muy bien un par de segundos después.

Colgué el teléfono y recibí de inmediato el saludo de todos los compañeros de la tribu. Esperaban impacientes para recordarme que estuvieron presentes en el momento y lugar correctos, que habían presenciado el saludo piel roja que hice en mi llamada de negocios.

martes, 20 de julio de 2010

Mahatma no estaba equivocado

"Leer, güey, incrementa, güey, tu vocabulario, güey" rezaba un llamativo anuncio espectacular sobre la avenida más perfecta en lo que a sincronización de semáforos se refiere: Revolución. El anuncio, que era grande y amarillo, estaba firmado, según entiendo, por Mohandas Ghandi o algún familiar suyo. Si bien me pareció extraño que dicha cita proviniera del afamado "Alma Grande", el fondo de la cita me pareció (además de jocoso), sumamente interesante y por demás realista.

Contrario a lo que muchos podrán esperar después de esta introducción, mi objetivo no es escribir un sermón sobre el perdido hábito de la lectura en México (que más que haberlo perdido, creo que nunca lo hemos encontrado). La verdad es que no tendría la más mínima autoridad moral para hacerlo. Honestamente, no puedo decir que la librería de Mahatma (ni cualquier otra) me cuenta como uno de sus más ávidos devora-libros, ni que la épicamente fallida Biblioteca José Vasconcelos me considere uno de sus más frecuentes visitantes.

Mi análisis de la frase es mucho más superficial y enfocada a la lectura como una acción ordinaria, meramente operativa y no como un hábito. Y es que, con el paso de los años, salta a mi vista que la gente no sabe leer. Y aquí hago una nueva distinción: no estoy hablando de analfabetismo, me refiero a todas aquellas personas que, sabiendo distinguir las letras y conociendo sus sonidos, no ponen la atención, el cuidado y, sobre todo, el interés en lo que pretenden estar leyendo o pretenden haber leído. A continuación, un par de ejemplos:

a) Mi segundo apellido es Castanedo (sí, con "n"). Por causas ajenas a mí y propias de los funcionarios incompetentes, mi familia y yo hemos sufrido llevar tal apellido por décadas. Pasé 16 años en la misma escuela y en casi todos ellos recibí diplomas y circulares a nombre de Mikjail Matheüs von Castañedo, quitándole todo lo "chic" a mi rimbombante nombre. Experiencias similares he visto en compañeros cuando los profesores pasan lista: "x" Monforte, que diariamente era llamada "Montefor", "y" Creuheras, que diariamente era llamada de manera inentendible y "z" Bante cuyo apellido nada difícil fue en una ocasión leído como "Bonet".

b) Salvo la palabra "Hollywood", creo que nunca he visto un nombre a mayor escala que el de la cadena "Walmart" (antes "Wal-Mart"). El día de ayer, mientras buscaba un disfraz de pingüino para un evento venidero, me encontré con las instrucciones para ubicar una sucursal de uno de los comerciantes que se dedican al alquiler de tales disfraces. Las instrucciones ubicaban a la sucursal en "Circunvalación Oriente 142 (atrás de Suburbia y Walk Mark)". ¿DE QUÉ TAMAÑO TE TENGO QUE PONER EL %&$/& LETRERO PARA QUE UBIQUES CORRECTAMENTE EL NOMBRE DE MI NEGOCIO? 7 letras, de 9 metros cuadrados cada una parecen ser insuficientes. (http://www.casadandy.com.mx/#)

Ejemplos como el anterior sobran. La novia de un servidor labora con una agradable mujer que constantemente se preocupa por la distribución de sus productos en "Bets Buy" y en el famoso wholesaler "Cotsco".

Lo cierto es que pocas cosas requieren tan poco esfuerzo como la lectura operativa y la gente cada vez lo hace peor. Inviten a sus amiguitos a practicarla! Sólo necesitan:
1. Ojos (requisito indispensable)
2. Disposición (requisito deseable)
3. Inteligencia (ya valió)

¡Pongan atención y exijan que los demás lo hagan! Uno nunca sabe cuando se va a topar con un ególatra-neurótico-obsesivo compulsivo-adicto a la dicción. Dicen que hay algunos allá afuera.

viernes, 5 de marzo de 2010

Las primeras impresiones de este zoon politikon

Aristóteles, un no muy conocido compatriota de Chiflágoras, Yanni y Nia Vardalos (me costó mucho trabajo encontrar nombres de tres griegos famosos) dijo en alguno de sus libros que el hombre es un "zoon politikón", es decir, un "ser social". Lo anterior implica, entre otras cosas, que por nuestra naturaleza humana necesitamos una constante y perpetua relación con otros individuos que comparten tal naturaleza. Y es sobre la primera etapa de cada una de estas relaciones que hablaré en este post.

Resulta que, como bien dijo el griego ese, casi todos los días nos topamos con nuevos brothers en nuestras vidas. Algunas veces la presentación es sin aviso previo (es decir, el brother ese cae de la nada), otras veces te acaban presentando a un alguien a quien ya habías visto varias veces en determinado medio. Cuando pasa esto último, es bastante normal que desde antes de que te la/lo presentaran tuvieras un concepto, idea, juicio o impresión sobre él o ella: un prejuicio.

"Pero Mikjail... Los prejucios son malos, no? Es malo tenerlos! Belcebú, Luzbel o "el patas de cabra" está detrás de cada prejuicio!!"

NO! Tener prejuicios sobre personas que no conoces es tan natural como las lagañas. Sabes bien, mi querido moralista de ultra derecha, que no puedes evitar tener prejucios sobre ese "wey" de tu escuela, despacho, oficina, familia, club deportivo o club de fans de Yuri, el cual creativamente fundaste con el nombre de "El apagón". No, no te sientas mal. Tus prejuicios no te vuelven una mala persona, o al menos no siempre.

Ha sido precisamente por ese temor a ser condenados por nuestros múltiples prejuicios que en una velada sabatina en el hogar del famoso Señor Wasamara desarrollamos un sofisticado sistema de clasificación del "prejuicio de la primera impresión". Con base en tal sistema, los prejuicios de la primera impresión se pueden clasificar o dividir en cuatro categorías o, mejor dicho en este foro, cuatro montoncitos, mismos que están determinados por las presunciones que tienes de lo que sucederá cuando te presenten al sujeto y la flexibilidad que tendrás ante tal presunción. Los montoncitos responden ante la actitud general de cada individuo, es decir, ante la actitud que tiene cada sujeto en la mayoría de los casos que se le presentan. Estos son los montoncitos:

A)Presunción positiva estática: Nos encontramos ante el optimista a ultranza. Las letras de Leonardo Favio como "hoy yo quiero a todo el mundo y el mundo me quiere a mí" son sus sagradas escrituras. Presume que toda la gente, toda, le va a caer bien y no está dispuesto a cambiar al respecto. Todos son increíbles! Como estos sujetos hay pocos y lo más probable es que me caigan mal...

B)Presunción positiva dinámica: El optimista realista. La postura más común y, a mi entender, correcta. Este tipo de sujetos piensan:"sí, la verdad todos esos desconocidos no me han hecho nada, por lo que no tengo porque tener nada contra ellos". Pero concluyen diciendo "ya lo conoceré, igual no está tan padre". Son como ese profesor que dijo que todos tenían 10 y que depende del trabajo de cada uno podían mantenerlo o ir bajando...

C)Presunción negativa estática: El nefas. Todos le caen mal y no tiene la más mínima intención de darles una oportunidad de probar lo contrario. Es por eso que sus viernes y sábados se destinan a dos actividades principalmente: pasar largas tardes frente al monitor viendo manga, leyendo reviews de juegos o jugando Halo (or whatever geeks play nowadays), o bien jugando Dungeons and Dragons o similares con amigos que odian de igual manera a la cruel sociedad integrada por those damn bullies que les bajaron "el pants" en el pasillo de la preparatoria.

D)Presunción negativa dinámica: El nefas que "da chance". Encuentra fallitas en todos los desconocidos y las extrapola hasta un "me caga". "Pero brother, ni siquiera lo conoces!", le dice la ñoña de su amiga. Lo positivo de este sujeto es que sí les da una oportunidad. Es el profesor normal: empiezas con un cero y es tu chamba llegar al 10 (o hasta donde llegues). Es, en realidad, la presunción más cómoda: si estabas en lo cierto (osea, el sujeto era cagante) ganaste. Por el contrario, si estabas mal, ¡mejor aún! ¡qué agradable sorpresa!

Sí, es posible que mis descripciones hayan sido un poco tendenciosas y probablemente haya resultado obvio que yo me considero perteneciente a la última categoría. Pero bueno, quién soy yo para juzgar sus prejuicios. Como bien dicen los yucas: cada cabeza es un mundo.

Y ustedes? En qué categoría caen? Opínenle...

miércoles, 13 de enero de 2010

Agua Puerca: Una historia de éxito

El texto que se transcribe a continuación fue encontrado hace unos días en el asiento de un automóvil DeLorean notoriamente modificado. Narra la historia de la fundación de un ejemplar poblado en territorio mexicano. Si bien se sabe que el texto es auténtico, se desconoce la época en el que fue (o será) escrito, así como la época en la que sucedieron (o sucederán) los hechos en él narrados. Algunos datos específicos fueron (o serán) tachados probablemente por el propietario del documento y han sido marcados con este símbolo “#”. Se presume que el texto pertenecía (o pertenecerá) a un libro de historia universal. Helo aquí:

El 24 de octubre de ####, Eduardo Ponce, próspero letrado de la Ciudad de México, harto del amiguismo, el nepotismo, el chanchullo y el comadreo que gobernaban dicha Ciudad, montó en Cólera y se marchó en busca de un nuevo lugar para asentarse. Cólera era una yegua castaña rojiza que había comprado años atrás y con la cual había recorrido ya grandes trayectos en prolongadas cabalgatas de fin de semana. El joven explorador recorrió el Territorio Nacional de norte a sur y de este a oeste en busca de una tierra adecuada para vivir. Rechazó permanecer tanto en zonas costeras como en las regiones desérticas del norte pues, decía, lo hacían sudar como gorda borracha. Fue por ello que decidió centrar su búsqueda en el área central del país (lo anterior, si bien es redundante, resulta geográficamente correcto).

Cierto día, mientras transitaba por el paradisíaco Estado Libre y Soberano de Tlaxcala, se detuvo a descansar a orillas de un manantial del cual brotaba agua de aspecto sucio y con un peculiar brillo cobrizo. Asqueado por el aspecto del agua pero movido por la sed y la falta de higiene que caracterizaba a sus viajes, el joven viajero bebió un poco de aquel brote. Grande fue su sorpresa al notar que el agua que bebía era sumamente dulce; no dulce como se le llama al agua de río para diferenciarla del agua salada, sino genuinamente dulce, como una golosina. Fascinado por lo encontrado, decidió pasar la noche en ese lugar.

Al alba del día siguiente, el protagonista de esta historia caminó río arriba en busca del origen del dulzor del manantial. El dibujo del río lo llevó hasta una gruta en la que realizaría un nuevo hallazgo, uno que le cambiaría la vida para siempre. El agua que provenía del deshielo del volcán ### se proyectaba en una cascada que erosionaba las grandes piedras de la gruta para mezclarse posteriormente con los sedimentos resultantes, los cuales le daban el dulce sabor al agua. El joven Eduardo, geólogo aficionado, no tardó en darse cuenta de que había encontrado una importante veta de Garapiñé®: la sustancia arenisca de color terracota que actualmente es utilizada en todo el mundo para cubrir todo tipo de nueces con el fin de darles una consistencia dura y un sabor dulce.

Al salir de la gruta, Eduardo, siguiendo una corazonada compró todos los terrenos cinco kilómetros a la redonda (después de todo, ¿cuánto puede costar un metro cuadrado de terreno en Tlaxcala?). Construyó ahí una casa y se dedicó durante un año al estudio de las tierras adquiridas. El resultado no le sorprendió: gran parte del área tenía grandes yacimientos de Garapiñé®. Terminados los estudios, montó en Cólera y salió en busca de obreros para trabajar en las minas. Empezó con 36. Con el tiempo, las familias de los obreros se mudaron a la zona y todo un pueblo fue naciendo en los terrenos de don Eduardo.

El Garapiñé® del lugar se cotizó rápidamente en los mercados internacionales y en cuestión de meses comenzaron a salir pedidos hacia todos los rincones del mundo. Con la riqueza obtenida, don Eduardo estructuró una pequeña pero impresionante ciudad autosustentable a la que, con el paso de los años, se fueron mudando sus familiares y amigos, y poco después, algunas de las familias más acaudaladas de México. Don Eduardo, en honor al manantial que lo había ayudado a descubrir la fuente de su riqueza, bautizó al pueblo con el nombre de “Agua Puerca”.

En agosto de ####, don Eduardo contrajo nupcias con doña ####, hija de un importante empresario hidroporcino, con quien crió a tres hijos: Ra Inmundo, Juventud Rebeca y Edmundo (este último nació enano, motivo por el cual se hizo famosa la aún vigente frase “qué chiquito es Edmundo”).

En ####, en una entrevista con ####, prestigiado reportero de la cadena ####, se le preguntó a don Eduardo si se lanzaría como candidato a la presidencia. Él, con aire humilde y jocoso se limitó a responder “¿Por que haría tal cosa? Yo sólo soy un productor más de Garapiñé®”. Sin embargo, don Eduardo no limitó su actividad empresarial a los asuntos relacionados con Hidroporcina de Garapiñé, S.A. de C.V. Sus negocios se extendieron a muchos y muy diversos sectores del mercado. Sin lugar a dudas, entre sus negocios predilectos se encontraban Poncio Pilates (una cadena de gimnasios) y Mercedes Blends (una cadena de puestos de licuados). Ambos negocios comenzaron como pequeños locales para los obreros en la Vía Coque Muñiz, principal avenida de Agua Puerca, pero con el paso de los años establecieron sucursales en todo México, la Europa Mediterránea, Nueva Zelanda y Suriname.

A principios de ####, don Eduardo y un viejo amigo de la infancia, don Fermín Zetina, establecieron en Agua Puerca una planta de fundición de metales a la que llamaron “Aceros El Favor”. Dicha empresa, dirigida a la perfección por don Fermín, reconocido experto en fundición (y formidable fisonomista, afable filántropo, fatal futbolista y afamado fanático de la filatelia), constituyó con los años la segunda mayor fuente de riqueza de Agua Puerca.

Don Eduardo murió el ## de #### de #### a la edad de ## años. Sus cenizas se conservan en un costalito de Garapiñé Hidroporcino® bajo el monumento que se erigió en su honor en la glorieta del cruce de Vía Coque Muñiz con Avenida Sandro de América. La estatua que corona el monumento, la cual lo inmortaliza montado en Cólera y viendo hacia el horizonte, fue realizada en los talleres de Aceros El Favor con una aleación de hierro, oro, plata, zinc y Garapiñé®.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Se me antojó

Es por muchos sabido que soy estúpidamente antojadizo y que basta con que me mencionen algún alimento, cualquiera que sea este, para que se me antoje. Lo anterior, más allá de los evidentes problemas de sobrepeso que puede traer, nunca me había causado conflicto alguno. Basta con que se tenga un vehículo y un poder adquisitivo decente (y no suficiente, porque nunca nadie llega a tener tal cosa como un poder adquisitivo suficiente), para poder satisfacer todo ese tipo de antojos a la brevedad, sin necesidad de llegar al terrible "grano en la lengua", con el cual Dios castiga a todos aquellos penitentes que no satisficieron (http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=satisfacer) de manera pronta y expedita esos antojos que de inmoral e impío no tienen nada.

Cosa curiosa resulta la diversidad que pueden tener tales antojos y una curiosidad aún mayor recae en aquellos casos en los que me nace un desesperado (y sobre todo ininteligible) antojo por algún alimento, dulce o botanita que en el pasado no me han gustado. Se que no me gustan, pero necesito comer uno. ¿Por qué? ¿Qué está fallando en mi perturbada mentecilla que me hace tener tales deseos? No lo se, pero ahí estoy, dándole una enésima oportunidad al chuche (así le dicen los gallegos a las golosinas en general)que más de una vez ha demostrado que merece mi total repugnancia.

Evidentemente, el caso anteriormente descrito no es la regla general de mis antojos. Más aún, me jacto de ser una persona cuyos antojos son enteramente justificados, fundamentados y motivados tal como lo exige el 16 constitucional.
Desafortunadamente (a pesar de las afortunadas circunstancias), actualmente me encuentro en una situación en la que no basta contar con un vehículo o con un poder adquisitivo decente para satisfacer los antojos de los que soy víctima. Domingo a domingo, en las ya cotidianas videoconferencias con mis familiares, soy bombardeado con imágenes de productos de disponibilidad geográfica limitada al territorio mexicano, a los cuales por mi localización actual no tengo acceso. Es terrible ver a mi papá comiendo uno a uno los Polvorones Marinela (M.R.) que tanto me gustan; es devastador notar como las simples y accesibles tortillas de maíz que el mexicano promedio puede adquirir en múltiples establecimientos mercantiles por los que pasa todos los días me resultan ahora algo lejano, distante, ajeno...

Resulta que los bombardeos familiares no eran suficientes. ¡No! En fechas recientes, un sujeto que se hace llamar "un tal Juan" dedicó un considerable número de líneas a uno más de los productos que ahora me resultan inaccesibles: la vaquita Wong's. Aunque el post es excelente, desearía que nunca lo hubiera escrito. La inaccesible vaquita se ha convertido en una obsesión para un servidor. No puedo dormir, mi desempeño en las asignaturas universitarias se ha visto severamente afectado, no entiendo las tramas de las películas, sólo logro leer siete libros a la semana, el Toblerone me sabe a engrudo... No se que vaya a pasar, pero por el momento siento que no estaré tranquilo hasta que mi paladar y lengua no reciban la textura y sabor simplón y sin chiste de una vaquita Wong's. Porque como bien dice el tal "un tal Juan": "la vaquita wong no es tan buena."

Update: De regreso en mi tierra y mi señora madre y mi ahora novia me recibieron con vaquitas Wong. Ninguna maravilla pero sí son buenonas.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Batallas Nocturnas

Puedo sentir su presencia. Se que uno a uno han ido ingresando al territorio a lo largo de la noche. Se han ido colocando en puntos estratégicos desde los cuales me pueden ver. Y ahí están, inmóviles, casi sin respirar (si es que lo hacen), a la espera de que me quede dormido o apague las luces. La estrategia la tienen bien planeada sin necesitar de instrucciones. Supongo que las maniobras de ataque las saben por naturaleza, nacieron sabiéndolas. Por más que revise en los alrededores se que al menos no veré a uno. Y ese va a vengar a todos los caídos. Pero va a ser más de uno. La experiencia me dice que suelen ser más. Los párpados me empiezan a pesar. En esos lentos intervalos en los que voy cerrando los ojos dirigiéndome ya perdido hacia el sueño alcanzo a escuchar sus primeros movimientos. La batalla que viene, como todas las anteriores, sólo va a durar esta noche. Para el amanecer todo habrá acabado y se sabrá quien triunfó. Me siento vencido de antemano. Se necesita mucha suerte para derrotarlos. Incluso me he enfrentado a uno solo, mano a mano, sin haber sido capaz de causar el más mínimo daño. En ocasiones ni siquiera logro localizarlos a pesar de que se que ahí están. Un compañero apaga las luces. Se que era necesario, pero hubiera preferido que no lo hiciera; ellos lo toman como una señal de salida. No esperan instrucciones de ningún superior, simplemente esperan a que yo (o mi compañero) les diga cuándo atacar. Ya empezaron. Sus movimientos empiezan a ser más evidentes. Escucho el siempre desagradable sonido de sus maquinarias orgánicas acercándose cada vez más hacia mí. Lo hacen con cautela. Disfrutándolo. Su táctica no cambia: buscan desde lo lejos los puntos desprotegidos y los atacan sin piedad. Evidentemente no saben nada sobre las reglas de la guerra. Siento el primer ataque. Más que dolor, siento una tremenda frustración por no poder contra ellos. Va a ser una noche difícil. ¡Cómo odio a los pinches moscos!